El Partido Demócrata Progresista tiene su origen en la Liga del Sur, fundada por Lisandro de la Torre en 1908. Con la sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912, la Liga del Sur obtuvo la minoría en Santa Fe, resultando elegido como diputado nacional el fundador de este espacio.
En 1914 diversos partidos provinciales confluyeron para conformar el PDP. El 14 de diciembre de ese año se realizó la reunión constitutiva en el Hotel Savoy de Buenos Aires. Lisandro de la Torre fue elegido presidente del nuevo partido, acompañado por Joaquín V. González, Indalecio Gómez, Carlos Ibarguren, José M. Rosa, Alejandro Carbó, Carlos Rodríguez Larreta, Mariano Demaría; entre otros. Las bases demócratas progresistas tenían que ver con un programa de reformas que incluía una reforma tributaria que gravara la riqueza y aliviara los impuestos sobre el consumo, la creación de una marina mercante nacional, y una política de proteccionismo industrial.
El Partido se instaló con fuerza en el sur de la provincia de Santa Fe y en Rosario. En 1921 el PDP participó en la reforma de la Constitución Santafesina, influyendo en su contenido progresista, en el que se garantizaba la estabilidad del empleo público, la jornada máxima, el salario mínimo, la vivienda obrera, el descanso dominical, la promoción de colonias agrarias y el desaliento del latifundio. En la década de 1920 y 1930 comenzaron a actuar en el PDP dirigentes como Mario Antelo, José y Carlos Gervasio Colombres, Vicente Pomponio, Julio Nobley Enzo Bordabehere y Luciano Molinas.
Producido el golpe militar de 1930 el PDP rechazó participar en el gobierno militar de José Félix Uriburu. En las elecciones presidenciales de 1932 el Partido Demócrata Progresista y el Partido Socialista concretaron una alianza electoral y presentaron la fórmula Lisandro de la Torre - Nicolás Repetto, que fue derrotada en un sistema que se denominaría de fraude patriótico.
En Santa Fe, sin embargo, la Alianza PDP - PS obtuvo el triunfo, resultando elegido gobernador el Demócrata Progresista Luciano Molinas. En esa ocasión fueron elegidos diputados nacionales Enzo Bordabehere, Vicente Pomponio, Julio Noble, Carlos G. Colombres, Mario Mosset Iturraspe, y Gregorio Parera, y senadores nacionales por Santa Fe Lisandro de la Torre y Francisco Correa.
El 1° de mayo de 1933, el vicepresidente Julio Argentino Roca (hijo) firmó en Londres el Pacto Roca - Runciman que ampliaba la cuota de exportación de carne vacuna al Reino Unido y sus colonias, pero establecía que el 85% del total de las exportaciones debía realizarse por medio de frigoríficos extranjeros.
Adicionalmente, se suscribieron cláusulas secretas que garantizaban el monopolio de los medios de transporte en manos de empresas inglesas y creaban el Banco Central de la República Argentina con preeminencia de capitales ingleses. En 1935 Lisandro de la Torre inició una investigación sobre el comercio de carne, puesto que en el marco del Pacto Roca-Runciman esta actividad se encontraba sospechada de corrupción. La investigación se hizo pública en el Senado de la Nación en julio de 1935, donde acusó al frigorífico Anglo de evasión impositiva y señaló la existencia de un entramado de corrupción que involucraba al gobierno del presidente Agustín P. Justo, y en particular, al ministro de Hacienda, Federico Pinedo y al ministro de Agricultura, Luis Duhau.
El ministro de Agricultura llegó a amenazar en medio de la sesión al senador denunciante: “¡Ya pagará bien caro todas las afirmaciones que ha hecho!” Dos días después, el 23 de julio de ese año, Duhau agredió físicamente a de la Torre, arrojándolo al piso, y escapando del recinto inmediatamente después. En medio del tumulto provocado, Ramón Valdez Cora realizó una serie de disparos con una pistola, en dirección a de la Torre, que impactaron de lleno en el cuerpo de su discípulo y senador electo Enzo Bordabehere, quien estaba intentando proteger al senador de sus atacantes. Bordabehere falleció a causa de los disparos recibidos.
Más tarde, el ministro de Hacienda retó a duelo a de la Torre, quién aceptó y el lance se realizó con pistolas, sin que ninguno de los duelistas resultara herido.
En 1946 el Partido Demócrata Progresista integró la Unión Democrática, que fue derrotada por el Peronismo. Como Diputado Nacional asumió Mario Mosset Iturraspé.
Producida la llamada Revolución Libertadora, que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón, el PDP integró la Junta Consultiva Nacional, siendo allí representado por Horacio Thedy. En las elecciones de 1957 para reformar la Constitución fueron elegidos convencionales constituyentes Luciano F. Molinas, José N. Antelo, Horacio R. Thedy, Camilo Muniagurria y Luis Sgrosso. En las elecciones presidenciales de 1958 el Partido Demócrata Progresista presentó la candidatura de Luciano Molinas – Horacio Thedy.
En 1963 el Partido Demócrata Progresista impulsó la candidatura del general Pedro Eugenio Aramburu, quien iba acompañado por Horacio R. Thedy. Doce diputados demócratas progresistas se incorporaron al Congreso Nacional.
El PDP, representado por Horacio R. Thedy integró “La Hora del Pueblo” junto a los demás partidos políticos, para exigir el llamado a elecciones. En las elecciones presidenciales de 1973 integró la Alianza Popular Federalista, con la fórmula Francisco Manrique - Rafael Martínez Raymonda. La fórmula obtuvo 1.800.000 de votos.
En ese mismo acto, en Santa Fe, la fórmula Alberto Natale - Mario Verdú obtuvo el segundo lugar perdiendo en el ballotage con la fórmula del FREJULI encabezada por Sylvestre Begnis.
La Junta Ejecutiva Nacional emitió una declaración ante el Golpe de Estado y la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con fecha 14 de septiembre de 1979. “La presencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos es consecuencia de los acuerdos constitutivos del sistema interamericano, cuya consolidación se ha logrado con el apoyo permanente de la República Argentina.
Su visita no puede enorgullecernos, ya que refleja la hondura de la crisis vivida en la Argentina durante la última década. Empero puede constituir la clausura definitiva -así lo anhelamos- de una prolongada instancia de pérdida de la racionalidad política y de los niveles elementales de civilización. Los demócratas progresistas, consecuentes con nuestro pensamiento y nuestro accionar, hemos levantando en forma constante una enérgica voz de indignación cada vez que se ha usado la violencia como instrumento de acción política. Nos sentimos con derecho a opinar, porque jamás distinguimos, como otros sibilinamente lo han hecho, entre muertes buenas y muertes malas. Cuándo diez años atrás comenzó la violencia entre nosotros, al asesinarse al general Aramburu, afirmamos nuestro indignado repudio. Ese ciclo aún no ha tenido cierre definitivo.
Es evidente que los niveles de seguridad general son hoy altamente mayores que años atrás cuando, en medio del caos, el crimen era un riesgo potencial para cada argentino. También es cierto que todavía persistente incertidumbres, cuando no certezas, de hechos que lesionan hondamente la dignidad humana. El homicidio, el secuestro, el asalto, la desaparición, el terrorismo en todas sus manifestaciones, jamás serán compatibles con los principios elementales que regulan la convivencia social. La violencia es ilegítima en sí misma. No hay violencia que justifique violencia. La única válida es la que ejerce el Estado por medio del orden jurídico y que por eso no es violencia sino ejercicio del poder.
Los que hoy levantan voces de agravio que no resonaron ayer, tienen tanta responsabilidad como aquellos que ahora muestran indiferencia. Las incontables víctimas del drama argentino serán testimonio de la crueldad que no se supo contener a tiempo, cuando estaba en gérmenes, y fue alentada desde adentro y desde afuera con eufemismos canallescos, incluso admitiendo su participación activa dentro de agrupaciones políticas. Ni la violencia de arriba justifica la violencia de abajo, como tantos irresponsablemente dijeron, ni la violencia de abajo justifica la violencia de arriba.
No es hora de reabrir heridas incurables. Sí es tiempo de cerrar aquellas que puedan suturarse. La presencia del organismo interamericano en nuestro seno será eficiente si nos ayuda a tomar conciencia colectiva de que nunca más podrá ejercerse la violencia en la Argentina. La paz debe sellarse en el respeto silencioso de todos nuestros muertos y en el compromiso absoluto de cerrar definitivamente esta trágica etapa de la vida nacional”.
En las elecciones de 1983, el Partido Demócrata Progresista concurrió con la fórmula Martínez Raymonda - René Balestra.
A partir de 1985 el PDP ha estado representado en el Congreso de la Nación por Alberto Natale, Enrique Muttis, Rafael Martínez Raymonda, José María Antelo, Juan Carlos Varela Barrio, Mario Verdú, Carlos Caballero Martín, María Emilia Biglieri y Carlos Favario.
En la Reforma de la Constitución de 1994, los Convencionales Constituyentes por el Partido Demócrata Progresista fueron Carlos Caballero Martín, Pablo Cardinale (quien también fue senador provincial por el departamento Constitución, por dos mandatos consecutivos; desde 1995-2003) y Alberto Natale.
Los Diputados Provinciales desde 1983 a la fecha fueron: Mario Armas, Carlos Caballero Martín, Roberto Meier, Pablo Benetti Aprossio, Rodolfo Dean, Carlos Favario, Mario Verdú, Oscar Blando, Juan Carlos Basso, Edison Porcile, Miguel Bullrich, Elbio Martinez, Zulema Merino, Héctor Jullier, Gabriel Real, Estela Méndez de De Micheli y Luis Mauri.
El 6 de diciembre de 1868 Rosario lo vio nacer y un 5 de enero de 1939 el departamento de Buenos Aires, ubicado en Esmeralda 22, fue testigo de su decisión. En soledad Lisandro De La Torre le puso fin a su vida a los 70 años. Quizás abrumado por tanto manoseo a la cosa pública, por cargar el peso del asesinato a su querido amigo y correligionario Enzo Bordabehere. “Mucha gente buena me respeta y me quiere y sentirá mi muerte… Eso me basta como recompensa”, dijo De La Torre.
En sus 70 años fue abogado, productor agropecuario, periodista y político. Apasionado por la gestión, por la descentralización de la política, por la autonomía de los municipios. De la Torre se recibió de abogado en 1890, en la Universidad de Buenos Aires. Su tesis sobre régimen municipal, así como otros trabajos, lo llevaron a pensar la importancia de la autonomía municipal. En 1898 fundó el periódico La República.
Apoyó a Leandro Alem, y participó en 1891 en la creación de la Unión Cívica Radical, siendo uno de los principales referentes del nuevo partido en la provincia de Santa Fe. En enero de 1896 murió inesperadamente Aristóbulo del Valle y en julio de ese mismo año se suicidó Alem. El radicalismo quedó acéfalo. De La Torre propuso la candidatura a presidente de Patricio Guido Gentile. Defendió una alianza con los mitristas para derrotar a Roca pero encontró una estricta oposición del líder radical de la provincia de Buenos Aires, Hipólito Yrigoyen. En esas circunstancias decidió abandonar la UCR.
Fundó nuestro partido, referente demócrata progresista. Lo llamaron y aún lo llaman “El Fiscal de la Patria”. En el pacto Roca – Runciman se jugó el pellejo, con una valentía que intimidó a quienes se amarran a las bancas y al poder, sin responder a los intereses populares.
Él fue demócrata y fue progresista, porque entendió al progresismo desde la lucha por igualar en la sociedad, por respetar derechos. “Ni la oligarquía, ni la demagogia me tendrán nunca a su servicio”, dijo alguna vez.
En su lecho de muerte escribió una carta y pidió que no se rindan homenajes a su persona, no le gustaban las idolatrías. Conducta civil y austera, incansable luchador de la emancipación económica nacional, fue la figura política parlamentaria más destacada de su época. Lo llamaron el senador antiimperialista, el solitario de Pinas, el crítico de la oligarquía, fue quien sentó bases para evitar los bipartidismos en el país.